En primer lugar, la fiebre como tal no es una enfermedad. Por el contrario, indica que el organismo responde, por ejemplo, a invasiones de virus o bacterias o a lesiones en los tejidos y pone en marcha sus defensas.
El motivo es que los virus y las bacterias no pueden prosperar con una temperatura corporal alta. La fiebre es el principal mecanismo de defensa natural del cuerpo, por lo que en la mayor parte de los casos no se recomienda contraatacar aplicando medidas antipiréticas.
Aún sabiendo esto, a menudo puede resultar duro ver como nuestro bebé sufre por la fiebre y no poder ayudarle. Sin embargo, hay una cosa que sí podemos hacer: podemos registrar la evolución de la fiebre del bebé tomándole la temperatura a intervalos regulares.